El 21 de marzo del 2015, se vivió un hecho inédito en la historia de la Iglesia chilena y Latinoamericana, el Obispo Juan Barros Madrid asume el gobierno episcopal de la Diócesis de Osorno, en medio de un clima de violenta indignación porque lleva el estigma de ser un discípulo y uno de los encubridores de Fernando karadima sacerdote suspendido por el Vaticano al ser encontrado culpable de abusos sexuales contra menores con violencia y abuso de su potestad eclesiástica.
Barros hoy, es un "pastor" ausente, vive a escondidas y siempre custodiado. Las ceremonias litúrgicas que realiza son a puertas cerradas, con vallas papales y policías. Marchas, velatones y "funas" le recuerdan día a día que no es bienvenido y que el "pueblo de Dios " no lo quiere y se ha rebelado.
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